No puedo dejar de visitar Cádiz.
Su puerto pesquero, paseo marítimo,
fuentes, playas, murallas, callejuelas, gentes.
La luz que todo lo abarca.
Y baña este litoral privilegiado.
Que aún conserva su propio estilo.
Sus características entradas a las casas.
Y cómo no, la archiconocida Plaza de las Flores.
Un caleidoscopio de flores, plantas y sensaciones.
Compiten entre sí, esperando ser recogidas por algún turista.
No olvidarse del "pescaíto frito", ni de volver la mirada, a la partida.
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